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Un sitio de reflexiones maduras, serenas y objetivas sobre la problemática de Cuba y su futuro posible. Puntos de vista sobre Literatura, Economía, Política, Sociedad, Historia y Cultura, así como sobre el exilio cubano en todo el mundo.
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martes, 27 de febrero de 2007
CUBA-ESTADOS UNIDOS: LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (Parte II)
La concepción clásica liberal de la economía de mercado del "laissez faire, laissez aller, laissez passer", que puntualizaba la importancia de la racionalidad humana, los derechos a la propiedad individual, los derechos naturales del individuo, la libertad económica y la oposición y limitación constitucional a la intervención del Estado en los asuntos económicos de los ciudadanos, ha mostrado durante dos siglos las insuficiencias de esta concepción para resolver los graves problemas de la pobreza y la miseria que asola a las sociedades modernas, particularmente, a los paises del llamado Tercer Mundo. Es evidente que existen otros factores incidentes en la repulsa a estas ideas, pero no quiero entrar en esos elementos ahora, sino, destacar que el fracaso de la concepción liberal tiene su causa en los fundamentos estrechos, insolidarios y egoístas de su teoría y práctica económicas.
Cada época histórica elabora la concepción global de sí mismo, de su sociedad y del macromundo económico donde vive y, a partir de esos criterios, crea toda una infraestructura conceptual en el campo de la política, la ideología, la jurisprudencia, la ética y la estética que se ajusta a esa concepción global. En un mundo que, desde la invención del comercio por los fenicios, es cada día más interconectado, esa concepción no se restringe a un sólo país, sino a todo el planeta. La historia del hombre, desde la esclavitud hasta nuestros días, ha sido una lucha feroz por la riqueza. El ego individual, verdadera naturaleza del hombre, fue el motor impulsor de toda su aventura científica, tecnológica y comercial y desde la Revolución Industrial en Inglaterra se convirtió en una loca y desenfrenada carrera por la propiedad y la riqueza. Fueron siglos de una férfida insensibilidad e ignorancia, que nos trajeron a esta encrucijada del desastre ecológico, la pobreza generalizada y las migraciones de proporciones casi bíblicas del Siglo XXI.
¿Cómo entonces, se le puede pedir a los ricos de una pequeña isla del Caribe, que no compartieran esa cosmovisión, que era la ideología básica de las grandes potencias? Cada persona y cada pueblo es hijo de su época y de sus circunstancias.
El advenimiento de la Independencia de Cuba coincidió con la desaforada expansión del capitalismo americano, que fue todo lo bueno y todo lo malo que nos podía pasar
Esto quizá explique el comportamiento de la burguesía en Cuba - y no uso el término cubana, porque, en lo sustancial, estaba compuesta de americanos, españoles y descendientes de estos - y su falta de visión para construir en la isla una sociedad más balanceada y justa: no se puede dejar fuera de la riqueza nacional, a la mayoría de la población de un país. Si así ocurre, aparecerán los ignorantes de palabra fácil, verbo encendido y metralleta en bandolera, que arrastrarán tras de sí, a esa masa ansiosa de mejorar su vida. Y conducirán a esa masa de pueblo al más rotundo fracaso, como a pasado en Cuba. Y como pasará en Venezuela.
El caos del castrismo, ha dejado al país en la más extrema vulnerabilidad. Fue una maquinaria violenta y ciega para destrozar en pocos meses lo que costó construir en 290 años, desde el famoso discurso de Arango y Parreño en 1790. El castrismo, en tal sentido, es una poderosa industria de la pobreza y la miseria extremas: cada generación es más pobre que la anterior y esa situación hace que una población de 11 millones de personas esté en un estado de máxima vulnerabilidad socio-económica.
Es por eso que subrayo la necesidad de una economía de mercado en transición, con la participación del Estado y los empresarios privados - quizá en los primeros 15 años - para eliminar esa extrema vulnerabilidad y convertir a la sociedad cubana, por primera vez en su historia, en dueña de su propio destino: sin España, sin Estados Unidos, sin Rusia y sin ninguna otra potencia que lleve las riendas de nuestro futuro, aunque con la colaboración y estrechas relaciones con todas, de acuerdo a nuestros propios intereses. ¿Utopía? Ojalá que no lo sea, porque dentro de 100 años, tendremos otro caos como el actual.
Será una transición política, económica, bancario-financiera, agrícola, industrial y, sobre todo, PERSONAL, de miles de personas con todo tipo de traumas, odios, resentimientos y miserias mil, acumuladas durante su estancia en su infierno particular. La experiencia rusa, alemana y de otros países del Este así lo atestigua. Por lo tanto, guerra avisada no mata soldados. Se necesita mucha solidaridad, justicia y comprensión de esta realidad. Tendremos muchos tropiezos y dificultades: lo que por cercanía correspondía a nuestro país, ha sido llenado por México, República Dominicana y otros países de la región, tras 48 años de estulticia y odios viscerales. Cuba llegará a esas relaciones con más de siglo y medio de retraso, pues F. Castro ha destrozado todo el camino andado por Cuba desde 1860 en sus relaciones económicas, financieras y comerciales con Estados Unidos. Habrá que reconstruirlo todo paso a paso, con la sabia, la firmeza y la inteligencia que hemos aprendido en estos cuarenta y ocho años de imperdonables errores. Pero primero tendremos que ponernos al nivel tecnológico que las actuales relaciones económicas mundiales exigen y, nunca olvidar que los EE.UU buscarán lo mejor para sus intereses y que, por consiguiente Cuba deberá también partir de sus propios intereses nacionales. Somos un estado agrario-industrial con un camino repleto de retos de toda índole. Buscar un lugar en el hemisferio - y en el mundo - será una de las tareas más duras de nuestra historia, pero estoy convencido de que tenemos la capacidad y la preparacion suficientes para lograrlo, más temprano que tarde.
Todo fracaso deja sus buenas enseñanzas. Por eso creo que, la experiencia de estos 48 años son lo peor y lo mejor que nos ha pasado: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Esta lección es para no olvidarla jamás. El Siglo XXI, según se vislumbra, será el Verdadero Siglo de las Luces del hombre moderno. !Inshallah!
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
Cada época histórica elabora la concepción global de sí mismo, de su sociedad y del macromundo económico donde vive y, a partir de esos criterios, crea toda una infraestructura conceptual en el campo de la política, la ideología, la jurisprudencia, la ética y la estética que se ajusta a esa concepción global. En un mundo que, desde la invención del comercio por los fenicios, es cada día más interconectado, esa concepción no se restringe a un sólo país, sino a todo el planeta. La historia del hombre, desde la esclavitud hasta nuestros días, ha sido una lucha feroz por la riqueza. El ego individual, verdadera naturaleza del hombre, fue el motor impulsor de toda su aventura científica, tecnológica y comercial y desde la Revolución Industrial en Inglaterra se convirtió en una loca y desenfrenada carrera por la propiedad y la riqueza. Fueron siglos de una férfida insensibilidad e ignorancia, que nos trajeron a esta encrucijada del desastre ecológico, la pobreza generalizada y las migraciones de proporciones casi bíblicas del Siglo XXI.
¿Cómo entonces, se le puede pedir a los ricos de una pequeña isla del Caribe, que no compartieran esa cosmovisión, que era la ideología básica de las grandes potencias? Cada persona y cada pueblo es hijo de su época y de sus circunstancias.
El advenimiento de la Independencia de Cuba coincidió con la desaforada expansión del capitalismo americano, que fue todo lo bueno y todo lo malo que nos podía pasar
Esto quizá explique el comportamiento de la burguesía en Cuba - y no uso el término cubana, porque, en lo sustancial, estaba compuesta de americanos, españoles y descendientes de estos - y su falta de visión para construir en la isla una sociedad más balanceada y justa: no se puede dejar fuera de la riqueza nacional, a la mayoría de la población de un país. Si así ocurre, aparecerán los ignorantes de palabra fácil, verbo encendido y metralleta en bandolera, que arrastrarán tras de sí, a esa masa ansiosa de mejorar su vida. Y conducirán a esa masa de pueblo al más rotundo fracaso, como a pasado en Cuba. Y como pasará en Venezuela.
El caos del castrismo, ha dejado al país en la más extrema vulnerabilidad. Fue una maquinaria violenta y ciega para destrozar en pocos meses lo que costó construir en 290 años, desde el famoso discurso de Arango y Parreño en 1790. El castrismo, en tal sentido, es una poderosa industria de la pobreza y la miseria extremas: cada generación es más pobre que la anterior y esa situación hace que una población de 11 millones de personas esté en un estado de máxima vulnerabilidad socio-económica.
Es por eso que subrayo la necesidad de una economía de mercado en transición, con la participación del Estado y los empresarios privados - quizá en los primeros 15 años - para eliminar esa extrema vulnerabilidad y convertir a la sociedad cubana, por primera vez en su historia, en dueña de su propio destino: sin España, sin Estados Unidos, sin Rusia y sin ninguna otra potencia que lleve las riendas de nuestro futuro, aunque con la colaboración y estrechas relaciones con todas, de acuerdo a nuestros propios intereses. ¿Utopía? Ojalá que no lo sea, porque dentro de 100 años, tendremos otro caos como el actual.
Será una transición política, económica, bancario-financiera, agrícola, industrial y, sobre todo, PERSONAL, de miles de personas con todo tipo de traumas, odios, resentimientos y miserias mil, acumuladas durante su estancia en su infierno particular. La experiencia rusa, alemana y de otros países del Este así lo atestigua. Por lo tanto, guerra avisada no mata soldados. Se necesita mucha solidaridad, justicia y comprensión de esta realidad. Tendremos muchos tropiezos y dificultades: lo que por cercanía correspondía a nuestro país, ha sido llenado por México, República Dominicana y otros países de la región, tras 48 años de estulticia y odios viscerales. Cuba llegará a esas relaciones con más de siglo y medio de retraso, pues F. Castro ha destrozado todo el camino andado por Cuba desde 1860 en sus relaciones económicas, financieras y comerciales con Estados Unidos. Habrá que reconstruirlo todo paso a paso, con la sabia, la firmeza y la inteligencia que hemos aprendido en estos cuarenta y ocho años de imperdonables errores. Pero primero tendremos que ponernos al nivel tecnológico que las actuales relaciones económicas mundiales exigen y, nunca olvidar que los EE.UU buscarán lo mejor para sus intereses y que, por consiguiente Cuba deberá también partir de sus propios intereses nacionales. Somos un estado agrario-industrial con un camino repleto de retos de toda índole. Buscar un lugar en el hemisferio - y en el mundo - será una de las tareas más duras de nuestra historia, pero estoy convencido de que tenemos la capacidad y la preparacion suficientes para lograrlo, más temprano que tarde.
Todo fracaso deja sus buenas enseñanzas. Por eso creo que, la experiencia de estos 48 años son lo peor y lo mejor que nos ha pasado: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Esta lección es para no olvidarla jamás. El Siglo XXI, según se vislumbra, será el Verdadero Siglo de las Luces del hombre moderno. !Inshallah!
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
CUBA-ESTADOS UNIDOS: LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (Parte I)
Un aspecto que ha sido objeto de una fuerte campaña de los comunistas e izquierdistas de todo el mundo sobre Cuba, fue la relación de la burguesía cubana con los EE: UU, sobre todo la burguesía agro-industrial azucarera, la más poderosa, y la burguesía comercial importadora. Se les acusó y se les acusa, de estar entregada a los intereses de EE:UU con los cuales tenía relaciones umbilicales y que por eso, jamás protestaron ante los Tratados de Reciprocidad de 1902 y 1936, así como ante la Ley Jones-Costigan, el acuerdo comercial del 39 y la compras de las zafras a precios fijos durante y después de la II Guerra Mundial (1942-1947).
A mi entender, Cuba tenía muy pocas opciones en su comercio del azúcar con Estados Unidos. Si se tiene en cuenta que Cuba competía contra, Hawai, Filipinas, República Dominicana y Puerto Rico, por mencionar sólo a los más poderosos de los que recibían cuotas de venta a EE:UU, Cuba no podía darse el lujo de no aceptar las condiciones del poderoso comprador del Norte. Sin embargo, nuestro país siempre recibía la cuota más alta, como es el caso de la Ley Jones-Costigan, que asignó 1,724,990 toneladas anuales, un 29,4% del total general, por encima incluso de los propios productores norteamericanos de remolacha y caña. Los Estados Unidos, además, bajo el sistema de cuotas, en algunos períodos pagaba precios sustancialmente por encima del mercado mundial como en 1955-59 en que el precio mundial era de 3.7 centavos por libra y EE.UU pagó 5.2 c.
Echarle la culpa a la burguesía cubana de los problemas de la agro-industria azucarera, y por consiguiente, de la economía cubana, sin analizar los factores históricos que condicionaron nuestra dependencia del azúcar, me parece, cuando menos, carente de seriedad. Sería como echarle la culpa a la Asamblea Constituyente de 1901 por aceptar la Enmienda Plat y la Base Naval de Guantánamo. Para Europa, con países grandes y desarrollados, ha sido muy dificil las relaciones economicas y comerciales con EE:UU...¿cómo sería entonces para una pequeña isla del Caribe carente de suficientes recursos naturales, humanos y financieros?.
Lo que no tuvimos fue la suficiente inteligencia para discernir la importancia estratégica de la justicia y el bienestar social para todos, como lo pidió José Martí; ni la tuvimos para darnos cuenta de la esencial necesidad de la unidad nacional en torno a un programa de desarrollo en todas las esferas de la vida económica y social que abarcara a todas las clases y segmentos sociales de la Isla, incluyendo a los negros y mestizos. El caudillismo, los desacuerdos, los intereses personales egoístas y los intereses de clase, han escrito – y siguen escribiendo - muchas páginas en la historia de Cuba; no fuimos lo suficientemente inteligentes para vertebrar una verdadera “cultura de las instituciones democráticas”, que pusiera en primer plano el imperio de la ley que esas instituciones representaban y las libertades civiles y políticas y todo el conjunto de derechos humanos a que somos acreedores desde nuestro nacimiento como seres humanos.
Incluyo como parte esencial de las injusticias y la falta de derechos, la discriminación racial contra los negros y mestizos, sobre todo por las clases blancas aristocráticas y, por contagio, de un segmento de la clase media y los trabajadores, aunque entre los campesinos y los trabajadores era menor tal tipo de discriminación. Todo eso nos llevo a la descabellada idea de la salvación através del “lider” o “caudillo” de turno. Las insuficiencias de nuestra cultura democrática, el egoismo ramplón y nuestra ignorancia general, son en buena parte, los fundamentos para explicar la corrupción política y el robo descarado del tesoro público, y con ello, la pérdida de toda creencia y toda esperanza en los políticos y las instituciones democráticas.
Por otra parte, si Cuba podía presentar para 1958 los altos índices de desarrollo económico y social de que hacía gala, se lo debemos a las inversiones y al comercio con Estados Unidos. En realidad, la existencia de la primera potencia del mundo en la esquina de nuestras costas, se debe considerar como una extraordinaria ventaja comparativa de nuestra economía. El sabio cubano Fernando Ortiz ya lo había señalado en 1912:
“Nuestro clima tropical, unido a su proximidad a Estados Unidos, determina el fenómeno geográfico de que Cuba sea el país tropical más inmediato a un gran centro de consumo, de civilización y poderío. Ni Veracruz ni las Antillas Inglesas, ni Venezuela, Colombia y Centroamérica presentan esa circunstancia; hasta la misma parte meridional de California, que produce frutos tropicales, está a mayor distancia de las regiones más pobladas de Estados Unidos. Este curioso fenómeno no puede menos de haber influido en el concepto económico-político que de nuestra importancia se ha tenido y tiene entre nuestros vecinos, capaces de consumir en sus mercados toda la producción de que seamos capaces" (1)
Al considerar a los EE:UU – al imperialismo yankee, como gusta decir el sátrapa - como un elemento que imposibilitaba el desarrollo de otros sectores de la economía cubana, principalmente la industria no azucarera y nos mantenía en condiciones monoproductoras y monoexportadoras que nos condenaba al subdesarrollo, se mira un solo aspecto de esa realidad y no la total significación de esas relaciones, tal y como queda apuntado por F. Ortiz. Y ese ha sido el más grave error del análisis marxista sobre nuestra isla, hasta al punto de llegar a convertir las contradicciones entre Cuba-EE:UU, en la contradicción fundamental de la nación cubana, a partir de lo cual, configuraron la concepción antimperialista y antiamericana como una prioritaria lucha de liberación nacional. Ese error lo entroniza Julio A. Mella, lo continúa Antonio Guiteras y lo sigue Blas Roca Calderío y el PSP y F. Castro lo hace política y práctica fanática de cada día, hasta arruinar la nación cubana más allá de toda imaginación.
Sólo el comercio y las inversiones con los EE:UU y las naciones cercanas de A. Latina permitirán a Cuba, en un futuro que ya se vislumbra, salir de la espantosa postración y miseria a que la ha condenado el “antimperialismo” comunista.
Con la afirmación anterior no estoy abogando por reproducir los esquemas inversionistas y comerciales del siglo pasado con EE:UU, ni tampoco estoy negando los errores, la arrogancia y el desdén con que trataron los EE.UU a Cuba. Pienso, como Martí, de que quien compra manda y quien vende sirve. La existencia de una economía abierta y muy dependiente del comercio internacional, hacen a Cuba muy vulnerable ante las relaciones mayoritarias con un solo país. Por eso, una inteligente política económica para el futuro, sería la mayor diversificación posible en inversión y comercio, sin perder las ventajas comparativas que la cercanía proporciona, no sólo con EE:UU sino también con Canada, Brasil, Argentina, Mexico, Venezuela, el Caribe y otros países de América Latina.
[1] Ortiz, Fernando. El Pueblo Cubano. Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1997. Pag 12.
De cualquier forma, las relaciones con EE.UU serán una prioridad de cualquier futuro gobierno cubano, puesto que no hay otra alternativa más viable para nuestro país que no sea la integración económica con el gigantesco mercado de nuestro más cercano vecino, y con todo el mercado americano. Cualquier estrategia de desarrollo económico, cualquier política económica que adopte el futuro gobierno democrático cubano, tendrá que situar como núcleos básicos:
-La más amplia diversificación de la economía de mercado en sectores como las comunicaciones, informática, petróleo y gas,biotecnología, construcciones, industria de máquinarias e industria ligera, turismo, banca y productos financieros y el desarrollo acelerado de los derivados de la caña de azúcar (papel, madera, alcoholes, generación eléctrica y otros)
-Diversificación comercial con una cautelosa y pragmática política de aprovechamiento de los lazos económicos, financieros y comerciales con EE.UU, sin permitir ningún tipo de dependencia comercial o política
-El más amplio y decidido apoyo a los inversionistas cubanos, tanto de la diáspora como dentro del país. Debemos cerciorarnos muy bien, que TODA la tierra permanezca en manos cubanas, así como los recursos claves de la economía
-Desarrollar una avanzada política de empresas conjuntas con el capital extranjero en sectores seleccionados, de acuerdo a nuestros intereses a largo plazo
-Prestar especial atención a la busqueda de petróleo y gas; busqueda de nuevas fuentes de agua y el mejoramiento de las existentes, así como dedicar ingentes recursos a resolver los problemas de desertificación que la isla está sufriendo
-Severo control del incremento poblacional.
La exploración y extracción de petróleo y gas tendrá una importancia tan esencial, que de ello dependerá la verdadera independencia y desarrollo de Cuba. Los otros dos factores críticos serán las disponibilidades de agua y el tamaño de la población. Nuestro país no puede aguantar una población de 15-20 millones de habitantes más unos 6-8 millones de visitantes, que consumirán voluminosas cantidades de petróleo, gas, electricidad, agua y generarán millones de toneladas de basuras y residuos de todo tipo, que no hay donde colocar. No tenemos agua, y la isla se está desertificando. Tampoco petróleo suficiente.
Ese gobierno tendrá que mantener en sus manos un importante segmento de la propiedad pública por algún tiempo, para hacer frente a una transición económica y política relativamente larga y traumática, que afectará a millones de ciudadanos
A mi entender, Cuba tenía muy pocas opciones en su comercio del azúcar con Estados Unidos. Si se tiene en cuenta que Cuba competía contra, Hawai, Filipinas, República Dominicana y Puerto Rico, por mencionar sólo a los más poderosos de los que recibían cuotas de venta a EE:UU, Cuba no podía darse el lujo de no aceptar las condiciones del poderoso comprador del Norte. Sin embargo, nuestro país siempre recibía la cuota más alta, como es el caso de la Ley Jones-Costigan, que asignó 1,724,990 toneladas anuales, un 29,4% del total general, por encima incluso de los propios productores norteamericanos de remolacha y caña. Los Estados Unidos, además, bajo el sistema de cuotas, en algunos períodos pagaba precios sustancialmente por encima del mercado mundial como en 1955-59 en que el precio mundial era de 3.7 centavos por libra y EE.UU pagó 5.2 c.
Echarle la culpa a la burguesía cubana de los problemas de la agro-industria azucarera, y por consiguiente, de la economía cubana, sin analizar los factores históricos que condicionaron nuestra dependencia del azúcar, me parece, cuando menos, carente de seriedad. Sería como echarle la culpa a la Asamblea Constituyente de 1901 por aceptar la Enmienda Plat y la Base Naval de Guantánamo. Para Europa, con países grandes y desarrollados, ha sido muy dificil las relaciones economicas y comerciales con EE:UU...¿cómo sería entonces para una pequeña isla del Caribe carente de suficientes recursos naturales, humanos y financieros?.
Lo que no tuvimos fue la suficiente inteligencia para discernir la importancia estratégica de la justicia y el bienestar social para todos, como lo pidió José Martí; ni la tuvimos para darnos cuenta de la esencial necesidad de la unidad nacional en torno a un programa de desarrollo en todas las esferas de la vida económica y social que abarcara a todas las clases y segmentos sociales de la Isla, incluyendo a los negros y mestizos. El caudillismo, los desacuerdos, los intereses personales egoístas y los intereses de clase, han escrito – y siguen escribiendo - muchas páginas en la historia de Cuba; no fuimos lo suficientemente inteligentes para vertebrar una verdadera “cultura de las instituciones democráticas”, que pusiera en primer plano el imperio de la ley que esas instituciones representaban y las libertades civiles y políticas y todo el conjunto de derechos humanos a que somos acreedores desde nuestro nacimiento como seres humanos.
Incluyo como parte esencial de las injusticias y la falta de derechos, la discriminación racial contra los negros y mestizos, sobre todo por las clases blancas aristocráticas y, por contagio, de un segmento de la clase media y los trabajadores, aunque entre los campesinos y los trabajadores era menor tal tipo de discriminación. Todo eso nos llevo a la descabellada idea de la salvación através del “lider” o “caudillo” de turno. Las insuficiencias de nuestra cultura democrática, el egoismo ramplón y nuestra ignorancia general, son en buena parte, los fundamentos para explicar la corrupción política y el robo descarado del tesoro público, y con ello, la pérdida de toda creencia y toda esperanza en los políticos y las instituciones democráticas.
Por otra parte, si Cuba podía presentar para 1958 los altos índices de desarrollo económico y social de que hacía gala, se lo debemos a las inversiones y al comercio con Estados Unidos. En realidad, la existencia de la primera potencia del mundo en la esquina de nuestras costas, se debe considerar como una extraordinaria ventaja comparativa de nuestra economía. El sabio cubano Fernando Ortiz ya lo había señalado en 1912:
“Nuestro clima tropical, unido a su proximidad a Estados Unidos, determina el fenómeno geográfico de que Cuba sea el país tropical más inmediato a un gran centro de consumo, de civilización y poderío. Ni Veracruz ni las Antillas Inglesas, ni Venezuela, Colombia y Centroamérica presentan esa circunstancia; hasta la misma parte meridional de California, que produce frutos tropicales, está a mayor distancia de las regiones más pobladas de Estados Unidos. Este curioso fenómeno no puede menos de haber influido en el concepto económico-político que de nuestra importancia se ha tenido y tiene entre nuestros vecinos, capaces de consumir en sus mercados toda la producción de que seamos capaces" (1)
Al considerar a los EE:UU – al imperialismo yankee, como gusta decir el sátrapa - como un elemento que imposibilitaba el desarrollo de otros sectores de la economía cubana, principalmente la industria no azucarera y nos mantenía en condiciones monoproductoras y monoexportadoras que nos condenaba al subdesarrollo, se mira un solo aspecto de esa realidad y no la total significación de esas relaciones, tal y como queda apuntado por F. Ortiz. Y ese ha sido el más grave error del análisis marxista sobre nuestra isla, hasta al punto de llegar a convertir las contradicciones entre Cuba-EE:UU, en la contradicción fundamental de la nación cubana, a partir de lo cual, configuraron la concepción antimperialista y antiamericana como una prioritaria lucha de liberación nacional. Ese error lo entroniza Julio A. Mella, lo continúa Antonio Guiteras y lo sigue Blas Roca Calderío y el PSP y F. Castro lo hace política y práctica fanática de cada día, hasta arruinar la nación cubana más allá de toda imaginación.
Sólo el comercio y las inversiones con los EE:UU y las naciones cercanas de A. Latina permitirán a Cuba, en un futuro que ya se vislumbra, salir de la espantosa postración y miseria a que la ha condenado el “antimperialismo” comunista.
Con la afirmación anterior no estoy abogando por reproducir los esquemas inversionistas y comerciales del siglo pasado con EE:UU, ni tampoco estoy negando los errores, la arrogancia y el desdén con que trataron los EE.UU a Cuba. Pienso, como Martí, de que quien compra manda y quien vende sirve. La existencia de una economía abierta y muy dependiente del comercio internacional, hacen a Cuba muy vulnerable ante las relaciones mayoritarias con un solo país. Por eso, una inteligente política económica para el futuro, sería la mayor diversificación posible en inversión y comercio, sin perder las ventajas comparativas que la cercanía proporciona, no sólo con EE:UU sino también con Canada, Brasil, Argentina, Mexico, Venezuela, el Caribe y otros países de América Latina.
[1] Ortiz, Fernando. El Pueblo Cubano. Edit. Ciencias Sociales, La Habana, 1997. Pag 12.
De cualquier forma, las relaciones con EE.UU serán una prioridad de cualquier futuro gobierno cubano, puesto que no hay otra alternativa más viable para nuestro país que no sea la integración económica con el gigantesco mercado de nuestro más cercano vecino, y con todo el mercado americano. Cualquier estrategia de desarrollo económico, cualquier política económica que adopte el futuro gobierno democrático cubano, tendrá que situar como núcleos básicos:
-La más amplia diversificación de la economía de mercado en sectores como las comunicaciones, informática, petróleo y gas,biotecnología, construcciones, industria de máquinarias e industria ligera, turismo, banca y productos financieros y el desarrollo acelerado de los derivados de la caña de azúcar (papel, madera, alcoholes, generación eléctrica y otros)
-Diversificación comercial con una cautelosa y pragmática política de aprovechamiento de los lazos económicos, financieros y comerciales con EE.UU, sin permitir ningún tipo de dependencia comercial o política
-El más amplio y decidido apoyo a los inversionistas cubanos, tanto de la diáspora como dentro del país. Debemos cerciorarnos muy bien, que TODA la tierra permanezca en manos cubanas, así como los recursos claves de la economía
-Desarrollar una avanzada política de empresas conjuntas con el capital extranjero en sectores seleccionados, de acuerdo a nuestros intereses a largo plazo
-Prestar especial atención a la busqueda de petróleo y gas; busqueda de nuevas fuentes de agua y el mejoramiento de las existentes, así como dedicar ingentes recursos a resolver los problemas de desertificación que la isla está sufriendo
-Severo control del incremento poblacional.
La exploración y extracción de petróleo y gas tendrá una importancia tan esencial, que de ello dependerá la verdadera independencia y desarrollo de Cuba. Los otros dos factores críticos serán las disponibilidades de agua y el tamaño de la población. Nuestro país no puede aguantar una población de 15-20 millones de habitantes más unos 6-8 millones de visitantes, que consumirán voluminosas cantidades de petróleo, gas, electricidad, agua y generarán millones de toneladas de basuras y residuos de todo tipo, que no hay donde colocar. No tenemos agua, y la isla se está desertificando. Tampoco petróleo suficiente.
Ese gobierno tendrá que mantener en sus manos un importante segmento de la propiedad pública por algún tiempo, para hacer frente a una transición económica y política relativamente larga y traumática, que afectará a millones de ciudadanos
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