Cayo Canas Island

Por Luis Tornés Aguililla. 2 de abril de 2012.


Gracias a Dios, la incontinencia verbosa en que se arropó la reciente visita a Cuba de Benedicto XVI, no logró ocultar que aquella isla es un infierno sin purgatorio para los hombres y mujeres que quieren vivir libres, la santa visita no atenuó en lo más mínimo la represión estatal contra todo lo que no babea ni repta en la isla del estéril pastoreo intensivo.

A nuestro general - presidente, en su calidad de retranquero mayor, ahora se le corroen el tino y la cordura, seguramente a causa de la edad pero también porque se le ve abrumado en sabios cálculos dialécticos, para determinar si le quedará o no, el tiempo suficiente de incluir su destino en la obra de Dios. Roma le responderá que sí, que no hay lío, que él y su familia son parte de la obra del Señor por mucho empeño que él y su hermano Fidel, hayan puesto en destruir los fundamentos culturales y sociales de la nación cubana.

Nobleza obliga, Raúl no podía faltar a su bonhomía natural y le regaló al Sumo Pontífice el Viernes Santo, así como así, digamos : ¡ en un santiamén !, se lo regaló para beneficio pastoral de los cubanos, cosa que en el barrio de Jabaquito, allá en Bayamo, la gente advirtió con un desenfado empapado de sorna y alevosía porque todos saben allí que en un país donde la producción de bienes exportables para arreglar el déficit de la balanza comercial es casi nula, un día de trabajo de más o de menos, da igual.

No se habló de República ni de libertad política durante la visita de Benedicto XVI, allí sólo se rezó fuerte pero menos mal que nadie se baña dos veces en el mismo río…., amén.