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Un sitio de reflexiones maduras, serenas y objetivas sobre la problemática de Cuba y su futuro posible. Puntos de vista sobre Literatura, Economía, Política, Sociedad, Historia y Cultura, así como sobre el exilio cubano en todo el mundo.
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domingo, 27 de mayo de 2007
CHILE: UNA DECLARACIÓN DE AMOR
Tenía yo unos 15 años. Alguien me regaló un libro que subió conmigo el pico más alto de Cuba, el Pico Turquino, en la Sierra Maestra. En los descansos del camino, me ponía a leer aquellas páginas que me marcarían para siempre. Esos versos, me hicieron el poeta que soy hoy. Desde los ojos de un niño de quince años, que leía esos poemas, era como sentarse en el Aconcagua y mirar, desde las alturas, toda la América forestal e irredenta.
Cuando terminé su lectura, dejé de ser un niño y me convertí en unos ojos. Unos ojos deslumbrados por lo real maravilloso de mi mundo. Y nació mi amor. Un amor con las alas del cóndor que nunca conocí. Un amor que va a morir conmigo.
Desde entonces, la imagen de América, es un largo corazón, el más grande corazón del planeta.
Con los ojos de ese niño y desde su fantástico imaginario, el poeta que había escrito ese libro, debía ser un cóndor sobrevolando los Andes, los ríos caudalosos, las pampas, los picachos nevados, los cerros, las praderas, las costas y playas maravillosas. Desde las atalayas de su mundo, ese Colón de las alturas, entraba en el alma de las gentes, y cantaba sus dolores y las alegrías de sus vidas.
Con su lenguaje barroco y musical, recorrí el alma y las bellezas que definieron mis amores y mi pertenencia.
Al otro año, a los diez y seis, había nacido, bajo las sombras de aquel cóndor, el otro poeta, en el parto de su tiempo. Desde entonces, escribo poemas. Poemas de amor, sobre todo.
Poemas que quizá nadie lea. El planeta está muy ocupado en sus guerras del odio, la miseria y la pobreza, los conflictos del Medio Oriente, los atentados terroristas contra el mundo occidental, las masivas violaciones de los derechos humanos, las dictaduras fascistas de la izquierda y la derecha, las masacres salvajes en Irak o la movida marxista en América Latina. Nadie tiene tiempo para el amor ni para el canto de los pájaros.
Por ello, lo más probable es que mis poemas, sean enterrados conmigo. Posiblemente he perdido mi tiempo, cantándole a esos amores, que como los novios de Chagall, sobrevuelan la ciudad, en las alas de sus sueños.
Pero yo soy un pichón de aquel cóndor de los Andes. Su libro “Canto General” y sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” fueron manantiales de mi leche materna.
El autor es Pablo Neruda. En aquel momento, me seducía su ideología y su poesía. Hoy, me he quedado con sus poemas. En algún lugar de mi corazón, hay un cerro – como los cerros de Santiago – donde siguen creciendo esas flores y las forestas de sus versos.
Esto es un testimonio de mi dolor, por aquella infamia de los escritores cubanos contra Pablo Neruda. No nació en el exilio en que vivo. Nació el mismo día – 25 de julio de 1966 - que se hizo pública aquella carta. Los redactores de la carta fueron los escritores Roberto Fernández Retamar, Lisandro Otero, Edmundo Desnoes y Ambrosio Fornet.
Destrozaron con crueldad y vesanía, mi paradigma de poeta. Una carta blasfema, irrespetuosa y ofensiva contra uno de los poetas más grandes de América.
El real autor de esa carta: Fidel Castro. Su objetivo: Don Luis Corvalán. Su motivo: la posición democrática y pacifista del Partido Comunista de Chile. Su causa: el rechazo del PCCH a la línea aventurera y guerrillera del Supremo de Cuba.
Eran los años de la estrategia continental castrista de los “focos guerrilleros”, de “crear dos, tres, muchos Viet Nam”, de conversión de los luchadores populares “en frías y selectivas máquinas de matar” y “del odio como factor de lucha”
Para el Chile de esos años, era un mensaje totalmente equivocado. Chile gozaba de una experiencia democrática y civilista mucho más arraigada que en Cuba. Tanto el PCCH como el Partido Socialista, consideraban posible una victoria socialista a través de las elecciones. Un socialismo democrático, que respetara las leyes y la constitución chilena y sus instituciones democráticas.
Eso era demasiado para la arrogancia del Dictador cubano, que se consideraba el Padre de la Revolución Socialista de América, a través de la violencia.
Es necesario recordar que en el XX Congreso del PCUS en 1956, se realiza una crítica muy dura al estalinismo en 1956. Ese año fue también la invasión soviética en Hungria. Para Neruda, estos dos hechos le producen una ruptura y renuncia, en cierto modo, a la utopía comunista, aunque no se va del PCCH.
Su “Canción de gesta” la dedica a la Revolución Cubana. Ella es parte de sus amores. Allí también, dedica una Oda a Fidel Castro, que cinco años después, le haría blanco de sus odios viscerales, y con cuyas heridas, moriría, sin la palabra ¡Perdón! del tirano arrogante.
En 1964, Neruda escribe un fuerte poema de crítica al estalinismo, en "Memorial de Isla Negra", que se llama "El episodio”.
Sobre la carta de los “Sargentos Culturales” cubanos, años después, Neruda escribiría:
“Lo cierto y lo inaudito es que después de esa gira, signada por mi actividad política y poética más combativa, gran parte de la cual fue empleada en defensa y apoyo de la revolución cubana, recibí, apenas regresado a Chile, la célebre y maligna carta de los escritores cubanos encaminada a acusarme poco menos que de sumisión y traición. Ya no me acuerdo de los términos empleados por mis fiscales. Pero puedo decir que se erigían en profesores de las revoluciones, en dómines de las normas que deben regir a los escritores de izquierda. Con arrogancia, insolencia y halago, pretendían enmendar mi actividad poética, social y revolucionaria”
Fidel Castro no podía aceptar que el PCCH, se convirtiera en una alternativa democrática para América Latina. Tal desafío a la línea del Comandante Supremo, era simplemente inaceptable. Había que destrozar al PCCH.
Entre los años 1960-70, impulsados por F. Catro y el Che Guevara, se abrió camino la corriente radical y guerrillera de toma del poder, a la cual se sumaron sectores de la izquierda de Chile. Incluso, el propio Salvador Allende, participó en la creación de la OLAS y apoyó el movimiento guerrillero del Che Guevara.
Hasta entoncés, la tarea histórica y política de Allende desde 1932, había sido la profundización democrática, el robustecimiento del desarrollo y un nuevo modelo de democracia social.
En 1970, la Unidad Popular presentó a Salvador Allende como su candidato a las elecciones del 4 de septiembre de ese año. El 5, Allende era el ganador, de las elecciones más reñidas en la historia del país. El 3 de noviembre se convierte en el Presidente electo de Chile. Era el primer presidente de un país, apoyado por el Partido Comunista, el Partido Socialista, Radicales y Socialcristianos: había ganado la vía civilista y democrática de la toma del poder.
Yo supongo la furia y los arrebatos del caudillo antillano. Quizá, desde ese mismo día, se propuso hacer fracasar el experimento democrático chileno.
Aunque la izquierda radical de Chile y el continente, acusan a las fuerzas conservadoras del Golpe de Pinochet, el verdadero cerebro y autor material e intelectual de ese fracaso, fue Fidel Castro.
La visita que Fidel Castro realizó al Chile de la Unidad Popular y de Salvador Allende, que se prolongó un mes, fue un error que provocó un conflicto inútil con los sectores más conservadores de la sociedad chilena.
En esa visita, que comenzó el 10 de noviembre de 1971 hasta el 4 de diciembre, Castro se dedicó – según los propósitos publicados - a tratar de limar las diferencias entre los componentes de la izquierda chilena. Pero su efecto fue todo lo contrario: avivó toda la crisis y desató la tragedia: la derecha chilena y los sectores democráticos, consideraron que el Gobierno del Presidente Allende, se encaminaba al comunismo castrista, y lo vieron como una real amenaza para los valores democráticos de Chile. El Golpe de Estado fue la única salida, a la caótica situación que se había creado en el país.
Por eso digo, que su autor no fue Pinochet, sino Fidel Castro.
La versión de que fue el GAP – la inteligencia cubana, guardespaldas de Allende – la que mató al Presidente, le puso la banda presidencial y lo sentaron en la silla presidencial, saldrá algún día, con pruebas fehacientes de que así fue.
Fidel Castro no solo destrozó al gran poeta Pablo Neruda y a
Salvador Allende, sino también, asesinó en su cuna al proyecto libertario y democrático de Chile.
Pero lo que no pudo matar fue la grandeza de esos hombres. Y mucho menos la poesía del bardo genial de Chile. Cuando Fidel Castro sea una marga memoria de Cuba y América Latina, todavía estos versos de Neruda, seguirán viviendo en el corazón del mundo:
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá
Cuando terminé su lectura, dejé de ser un niño y me convertí en unos ojos. Unos ojos deslumbrados por lo real maravilloso de mi mundo. Y nació mi amor. Un amor con las alas del cóndor que nunca conocí. Un amor que va a morir conmigo.
Desde entonces, la imagen de América, es un largo corazón, el más grande corazón del planeta.
Con los ojos de ese niño y desde su fantástico imaginario, el poeta que había escrito ese libro, debía ser un cóndor sobrevolando los Andes, los ríos caudalosos, las pampas, los picachos nevados, los cerros, las praderas, las costas y playas maravillosas. Desde las atalayas de su mundo, ese Colón de las alturas, entraba en el alma de las gentes, y cantaba sus dolores y las alegrías de sus vidas.
Con su lenguaje barroco y musical, recorrí el alma y las bellezas que definieron mis amores y mi pertenencia.
Al otro año, a los diez y seis, había nacido, bajo las sombras de aquel cóndor, el otro poeta, en el parto de su tiempo. Desde entonces, escribo poemas. Poemas de amor, sobre todo.
Poemas que quizá nadie lea. El planeta está muy ocupado en sus guerras del odio, la miseria y la pobreza, los conflictos del Medio Oriente, los atentados terroristas contra el mundo occidental, las masivas violaciones de los derechos humanos, las dictaduras fascistas de la izquierda y la derecha, las masacres salvajes en Irak o la movida marxista en América Latina. Nadie tiene tiempo para el amor ni para el canto de los pájaros.
Por ello, lo más probable es que mis poemas, sean enterrados conmigo. Posiblemente he perdido mi tiempo, cantándole a esos amores, que como los novios de Chagall, sobrevuelan la ciudad, en las alas de sus sueños.
Pero yo soy un pichón de aquel cóndor de los Andes. Su libro “Canto General” y sus “Veinte poemas de amor y una canción desesperada” fueron manantiales de mi leche materna.
El autor es Pablo Neruda. En aquel momento, me seducía su ideología y su poesía. Hoy, me he quedado con sus poemas. En algún lugar de mi corazón, hay un cerro – como los cerros de Santiago – donde siguen creciendo esas flores y las forestas de sus versos.
Esto es un testimonio de mi dolor, por aquella infamia de los escritores cubanos contra Pablo Neruda. No nació en el exilio en que vivo. Nació el mismo día – 25 de julio de 1966 - que se hizo pública aquella carta. Los redactores de la carta fueron los escritores Roberto Fernández Retamar, Lisandro Otero, Edmundo Desnoes y Ambrosio Fornet.
Destrozaron con crueldad y vesanía, mi paradigma de poeta. Una carta blasfema, irrespetuosa y ofensiva contra uno de los poetas más grandes de América.
El real autor de esa carta: Fidel Castro. Su objetivo: Don Luis Corvalán. Su motivo: la posición democrática y pacifista del Partido Comunista de Chile. Su causa: el rechazo del PCCH a la línea aventurera y guerrillera del Supremo de Cuba.
Eran los años de la estrategia continental castrista de los “focos guerrilleros”, de “crear dos, tres, muchos Viet Nam”, de conversión de los luchadores populares “en frías y selectivas máquinas de matar” y “del odio como factor de lucha”
Para el Chile de esos años, era un mensaje totalmente equivocado. Chile gozaba de una experiencia democrática y civilista mucho más arraigada que en Cuba. Tanto el PCCH como el Partido Socialista, consideraban posible una victoria socialista a través de las elecciones. Un socialismo democrático, que respetara las leyes y la constitución chilena y sus instituciones democráticas.
Eso era demasiado para la arrogancia del Dictador cubano, que se consideraba el Padre de la Revolución Socialista de América, a través de la violencia.
Es necesario recordar que en el XX Congreso del PCUS en 1956, se realiza una crítica muy dura al estalinismo en 1956. Ese año fue también la invasión soviética en Hungria. Para Neruda, estos dos hechos le producen una ruptura y renuncia, en cierto modo, a la utopía comunista, aunque no se va del PCCH.
Su “Canción de gesta” la dedica a la Revolución Cubana. Ella es parte de sus amores. Allí también, dedica una Oda a Fidel Castro, que cinco años después, le haría blanco de sus odios viscerales, y con cuyas heridas, moriría, sin la palabra ¡Perdón! del tirano arrogante.
En 1964, Neruda escribe un fuerte poema de crítica al estalinismo, en "Memorial de Isla Negra", que se llama "El episodio”.
Sobre la carta de los “Sargentos Culturales” cubanos, años después, Neruda escribiría:
“Lo cierto y lo inaudito es que después de esa gira, signada por mi actividad política y poética más combativa, gran parte de la cual fue empleada en defensa y apoyo de la revolución cubana, recibí, apenas regresado a Chile, la célebre y maligna carta de los escritores cubanos encaminada a acusarme poco menos que de sumisión y traición. Ya no me acuerdo de los términos empleados por mis fiscales. Pero puedo decir que se erigían en profesores de las revoluciones, en dómines de las normas que deben regir a los escritores de izquierda. Con arrogancia, insolencia y halago, pretendían enmendar mi actividad poética, social y revolucionaria”
Fidel Castro no podía aceptar que el PCCH, se convirtiera en una alternativa democrática para América Latina. Tal desafío a la línea del Comandante Supremo, era simplemente inaceptable. Había que destrozar al PCCH.
Entre los años 1960-70, impulsados por F. Catro y el Che Guevara, se abrió camino la corriente radical y guerrillera de toma del poder, a la cual se sumaron sectores de la izquierda de Chile. Incluso, el propio Salvador Allende, participó en la creación de la OLAS y apoyó el movimiento guerrillero del Che Guevara.
Hasta entoncés, la tarea histórica y política de Allende desde 1932, había sido la profundización democrática, el robustecimiento del desarrollo y un nuevo modelo de democracia social.
En 1970, la Unidad Popular presentó a Salvador Allende como su candidato a las elecciones del 4 de septiembre de ese año. El 5, Allende era el ganador, de las elecciones más reñidas en la historia del país. El 3 de noviembre se convierte en el Presidente electo de Chile. Era el primer presidente de un país, apoyado por el Partido Comunista, el Partido Socialista, Radicales y Socialcristianos: había ganado la vía civilista y democrática de la toma del poder.
Yo supongo la furia y los arrebatos del caudillo antillano. Quizá, desde ese mismo día, se propuso hacer fracasar el experimento democrático chileno.
Aunque la izquierda radical de Chile y el continente, acusan a las fuerzas conservadoras del Golpe de Pinochet, el verdadero cerebro y autor material e intelectual de ese fracaso, fue Fidel Castro.
La visita que Fidel Castro realizó al Chile de la Unidad Popular y de Salvador Allende, que se prolongó un mes, fue un error que provocó un conflicto inútil con los sectores más conservadores de la sociedad chilena.
En esa visita, que comenzó el 10 de noviembre de 1971 hasta el 4 de diciembre, Castro se dedicó – según los propósitos publicados - a tratar de limar las diferencias entre los componentes de la izquierda chilena. Pero su efecto fue todo lo contrario: avivó toda la crisis y desató la tragedia: la derecha chilena y los sectores democráticos, consideraron que el Gobierno del Presidente Allende, se encaminaba al comunismo castrista, y lo vieron como una real amenaza para los valores democráticos de Chile. El Golpe de Estado fue la única salida, a la caótica situación que se había creado en el país.
Por eso digo, que su autor no fue Pinochet, sino Fidel Castro.
La versión de que fue el GAP – la inteligencia cubana, guardespaldas de Allende – la que mató al Presidente, le puso la banda presidencial y lo sentaron en la silla presidencial, saldrá algún día, con pruebas fehacientes de que así fue.
Fidel Castro no solo destrozó al gran poeta Pablo Neruda y a
Salvador Allende, sino también, asesinó en su cuna al proyecto libertario y democrático de Chile.
Pero lo que no pudo matar fue la grandeza de esos hombres. Y mucho menos la poesía del bardo genial de Chile. Cuando Fidel Castro sea una marga memoria de Cuba y América Latina, todavía estos versos de Neruda, seguirán viviendo en el corazón del mundo:
Por eso vuelvo y me voy,
vuelo y no vuelo pero canto:
soy el pájaro furioso
de la tempestad tranquila.
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá
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