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CUBA: LECCIONES DEL LABERINTO Y EL MINOTAURO (PARTE III)
4) El comunismo, el Líder, la población y el triunfo.
“Sucio Judío!, ¡Bicho”, “El Loco”, “El Caballo”, “Bola de Churre”. Todos esos nombretes se lo pusieron en la escuela LaSalle, en la escuela Dolores de Belén, ambas en Santiago de Cuba, y en la Universidad de la Habana.
Siendo casado y con dos hijos, Ángel Castro engañó a su mujer y se acostó con una adolescente de 14 años, que era la criada de la casa, con la cual tuvo varios hijos. Cuando la esposa descubrió todo, presentó la demanda de divorcio y la mitad de los bienes. Ángel era un gallego, con historial delictivo desde España. En Cuba, había logrado tener unas 10 mil hectáreas de tierra, a través del robo, de no pagarle a los haitianos que trabajan en su finca y, de matar algunos que se reviraron contra él.
Era tacaño, despiadado y miserable y no quería dividir su finca. Mientras no se resolviera la querella judicial, sus tres hijos ilegales, no podrían adquirir su apellido, ser reconocidos por la sociedad y ser bautizados en la iglesia.
Fidel pudo entrar a LaSalle, por la ayuda de un amigo de su padre, Fidel Pino Santos, político y hombre de dinero, de origen canario. Arrastraba un problema desde que nació, que les complicó su niñez y adolescencia: era hijo ilegal y bastardo.
En La Salle estuvo hasta que los frailes no pudieron aguantar más a ese camorrero, sucio judío y fajón, que tenía problemas con todos los muchachos. Pero siguió, otra vez por Pino Santos, que le resolvió un bautizo casi ficticio. En la hoja de bautizo aparecía como Fidel Hippolyte, apellido de su padrino haitiano, Cónsul de Haití en Santiago y amigo de Fidel Pino Santos.
Los frailes mandaron un nuevo mensaje: no podemos mantenerlo más. Se había fajado y mordido a un sacerdote.
Le dijeron al Cónsul, que viniera a recoger a aquella bestia salvaje.
Lo mandaron para Birán y el padre le dijo que se quedara en la finca a trabajar. Cogió un caballo y se tiró a todo galope para el monte, llorando con una rabia y una furia incontenible. Cuando regreso, le gritó como un loco a su padre, que si no lo mandaba a la escuela, iba a quemar la casa. Ángel se aconsejó porque sabía que ese loco salvaje era capaz de cualquier cosa. Lo mandaron a Santiago nuevamente, con una maestra que le cambiaría su vida. Se enfermó y recuperado, lo enviaron a la Escuela Dolores de Belén. Y se volcó a estudiar sus asignaturas religiosas de manera obsesiva, con una férrea voluntad y un excelente comportamiento.
En 1940 su padre pudo resolver su situación judicial. Le pagó a su ex esposa 10 mil dólares. Fidel tenía 14 años. Lo inscribieron y bautizaron con el nombre de Fidel Alejandro Castro Ruz. Con todo ya resuelto, ya podía ir para el Colegio jesuita de Belén de La Habana, una institución de la crema del país.
Tuvo suerte de encontrar a un novicio, celador del Colegio, Armando Llorente, que lo ayudó a encaminar su vida y sus estudios en su nueva casa.
Llorente lo veía como poseído por algo grande y, “estaba dispuesto a cualquier locura o bajeza, con tal de “salir en la foto”. Por su ambición tan brutal, el padre jesuita sentía que ese niño tenía una profunda y oscura herida. Era un caso clínico.
En la Cuba religiosa y conservadora de esos años, había sido un “bastardo”, un sucio judío, un bicho, un matón.
En ese Colegio, también tuvo problemas. Los jóvenes le llamaban El Loco. Pero Llorente le perdonaba todo y lo seguía ayudando. En ese Colegio, se encontró con Rafael Díaz Balart, hijo del Alcalde de Banes, y se hicieron amigos. Por él conocería a Mirta, su hermana y entre ellos surgió una corriente de simpatía.
En 1945, a la edad de 19 años, pudo entrar a la Universidad de La Habana, de donde salían los dirigentes del país.
Mientras estudiaba en la Universidad, los estudiantes lo definían como bestia desaforada, grosero, sin educación y apestoso. Por eso es que le pusieron “El Loco”, “El Caballo” y “Bola de Churre”.
Está asociado al atentado en ese centro de estudios, contra Lionel Gómez, que solo fue herido, y con la muerte de Manolo Castro. “Perro rabioso”, “indeseable”, “Gángster” y otros sucios apodos les pusieron los universitarios habaneros.
Su propósito en su condición de gangster, era desaparecer a los contrincantes que aspiraban a la presidencia de la FEU. Quería ser famoso y poderoso. Según relata uno de esos estudiantes, cercano a él, una vez discutían sobre lo que querían ser y hacer en el futuro. Cada uno dijo lo suyo y cuando le preguntaron al ex monsieur Hippolyte dijo: “Yo sólo quiero tener una línea en la Historia de Cuba”. Ese era su único objetivo en la vida y, no le importaba los medios para conseguirlo ni quienes cayeran en el intento.
Allí en la Universidad se encontró otra vez con Rafael Díaz Balart y con Baudilio Castellanos, también de Banes, que lo esconderían y lo ayudarían en algunas ocasiones, huyendo de las bandas que lo querían linchar. Como las pandillas de la Universidad lo buscaban y lo acechaban por dondequiera, se unió a una de ellas, para participar en la loca aventura de Cayo Confites, con el fin de derrocar a Leonidas Trujillo.
El gobierno cubano se enteró de este plan, y mandó al ejército a apresar a sus componentes. Él cogió un bote, se escapó, y logró desembarcar por Cayo Saetía. Para darse fama, dijo que nadó entre una turba de tiburones.
A veces se le veía leyendo a Martí, otras veces andaba con el “Mein Kampf” de Hitler bajo el sobaco o se iba para la biblioteca de los comunistas, a leer el Manifiesto Comunista, El Estado y la Revolución, de Lenin y otros libro marxistas. Esa mente de conflictos paranoicos, forjada en las enseñanzas y disciplina jesuitas, ahora se llenaba de fascismo, comunismo y lo que apareciera.
Vale destacar que, el pensamiento de Martí, no tenía nada que ver con esas doctrinas totalitarias. Pero Martí era una pieza imprescindible en sus planes. Siempre estaría en el escenario central y, tras las bambalinas, Hitler y Marx.
A los 21 años, su imaginario era un caos furioso, obsesivo, extravagante y violento, que definía sus características personales y políticas. En ese imaginario se fue afianzando la idea de que, el único que podía salvar a Cuba de sus problemas, era él y, veía a la violencia como la única alternativa para alcanzar sus sueños caudillistas.
Entre 1945 y 1952 el hijo de Ángel Castro se metió en cuanto problema hubo en la Universidad; traicionó a estos y aquellos, se movía entre los Ortodoxos y los Comunistas; entre los radicales y los moderados; participó en las bandas de matones, se caso con Mirta Díaz-Balart –en contra de la voluntad de su padre, Rafael- tuvo un hijo con ella, a los cuales nunca atendió, atosigado por sus planes y ambiciones políticas; terminó al fin, su carrera; se hizo de amigos y enemigos y alcanzó parte de la fama que tanto había buscado.
La muerte de Eduardo Chivás el 16 de agosto de 1951 y el golpe de estado de Fulgencio Batista, le dieron la oportunidad dorada que tanto había esperado: armó poco a poco un grupo de insurrectos, para dar un golpe espectacular y buscar las armas que tanto necesitaba para sus objetivos insurreccionales contra Batista. Sin esos hombres saberlo, los llevó al matadero del Moncada, a pesar de las advertencias de algunos, entre ellos Gustavo Arcos, sobre lo mal preparada y precipitada de la operación de ataque al Cuartel de Santiago.
Allí, en el ataque, no tiró ni un tiro, porque mientras conducía, chocó con el contén de la acera… (¿Error o cálculo premeditado?) frente a dos soldados del ejército y, allí se formó el tiroteo, que produjo la alarma en el Moncada. Fracasada la sorpresa, dejó a todos los combatientes del Palacio de Justicia, del Hospital y los que estaban dentro de la guarnición, y salió huyendo para La Granjita y luego para La Gran Piedra, donde fue apresado por el teniente Pedro Sarría, un viejo comunista solapado, que no lo mató, ni tampoco lo entregó al Comandante Chaumont, quien tenía la orden de ejecutarlo. Es una verdadera casualidad, que casi toda la dirección del PSP estuviera en los carnavales de Santiago, según dijeron, celebrando el cumpleaños de Blas Roca… Flavio Bravo, Lionel Soto, Raúl Valdés Vivó y Alfredo Guevara, altos dirigentes comunistas, que tenían estrechas relaciones con Fidel. ¿Sabían los comunistas los planes del ataque y, les dieron órdenes a sus militantes en el ejército, que no lo mataran? Es sospechosa esa “casualidad”.
Este es el Fidel Castro Ruz, que sólo un grupo en La Habana conocía en profundidad. Parte de ese grupo y otros que no sabían mucho de su historia, fueron convencidos de sus planes y lo seguirían en el asalto al Cuartel Moncada.
Los que serían sus principales soportes en la Sierra Maestra, los campesinos, no lo conocían, ni tampoco la clase obrera ni el pueblo de Cuba. Sí conocían de su asalto al Moncada y su prisión en Isla de Pinos, pero no sabían nada de su historia de matón y gángster en la Universidad, su formación fascista y comunista, ni de las reales intensiones y los planes de este aventurero fanático y violento.
Quien lo conocía a fondo, por los cuatro costados, se opuso terminantemente a la amnistía para él y sus compinches más cercanos, que el Congreso estaba valorando. Este hombre era el Dr. Rafael Díaz Balart, suegro suyo, cuyo discurso en mayo de 1955 ha pasado a la historia como una premonición de lo haría Fidel Castro ya en el poder.
He aquí un fragmento de sus palabras:
“Fidel Castro y su grupo solamente quieren una cosa: el poder, pero el poder total, que les permita destruir definitivamente todo vestigio de Constitución y de ley en Cuba, para instaurar la más cruel, la mas bárbara tiranía, una tiranía que enseñará al pueblo el verdadero significado de lo que es la tiranía, un régimen totalitario, inescrupuloso, ladrón y asesino que sería muy difícil de derrocar por lo menos en veinte años.
Porque Fidel Castro no es más que un psicópata fascista, que
solamente podría pactar desde el poder con las fuerzas del comunismo internacional, porque ya el fascismo fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial, y solamente el comunismo le daría a Fidel el ropaje seudo ideológico para asesinar, robar, violar impunemente todos los derechos y para destruir en forma definitiva todo el acervo espiritual, histórico, moral y jurídico de nuestra República”.
El Congreso aprobó la amnistía y Fulgencio Batista la firmó. Dos militares de la que Fidel Castro llamó una “oprobiosa dictadura”, le salvaron la vida. Primero el Tte. Pedro Sarriá y luego el General Batista. Dos acciones que acabarán con Cuba. Fidel Castro jamás, jamás daría una amnistía a ningún preso político cubano. Las libertades y derechos de la democracia cubana que le salvaron su vida, las desterraría del país por más de medio siglo. Él no quería que le pasara lo que le va a pasar a Batista.
Así y todo, sin conocerlo, parte de la burguesía, parte de la clase media, campesinos, obreros e intelectuales, se entregaron en los brazos de este hombre, cansados de la corrupción política y de las injusticias del gobierno.
Lograda la amnistía, saldría libre y se iría para México, a preparar su regreso y combatir hasta la muerte, a quienes le salvaron la vida y le dieron su libertad. Esa será una de sus características principales: la ausencia de agradecimiento para nadie. Un “líder” como él, sabrá como usar y expulsar de su entorno, a aquellos que ya no le sirven.
Pero… ¿Quiénes son los que van a apoyar al loco Bola de Churre del Alma Máter habanera?
Explicar el por qué de ese apoyo, cuál era ese pueblo y las circunstancias de su triunfo, son aspectos muy importantes para que no se repita una figura como él.
En la segunda parte de esta serie, expliqué parte de esos elementos. Ahora veremos otros aspectos que explicarán aún más el por qué de su triunfo.
Hay un dato interesante que hay que tener en cuenta, a la hora de evaluar ese apoyo: el 45,9% de la población cubana tenía menos de 20 años y, el 49,8% más de 20 y menos de 60. O sea, el 95,7% de la población era joven. Sólo un 4,3% era relativamente vieja. Desde el punto de vista demográfico, es una pirámide poblacional de jóvenes. El 78,8% de la población es blanca, un 11% negra y, un 3,9% de extranjeros y, el resto corresponde a chinos y mestizos. Los extranjeros son de casi todos los países, aunque los españoles y otros europeos, son la mayoría.
Para 1958, el nivel de urbanización del país ya sobrepasa el 60% y, en La Habana, será mucho más alto. Pero, en provincias como Oriente, que será su teatro de operaciones, hay otras características que van a jugar un papel muy relevante.
Desde 1880 que es abolida la esclavitud, y hasta 1930, hay una fuerte inmigración de negros libertos, mestizos, chinos y yucatecos hacia el oriente del país, que se está desarrollando rápidamente en la industria azucarera y la producción cafetalera y agrícola en general, y donde hay espacio para la sustentación. Junto a ella, miles de emigrantes de Las Antillas entran como fuerza de trabajo para ayudar en esa expansión, y se asientan principalmente en Santiago de Cuba y Guantánamo.
Oriente es la provincia más grande del país y de mayor población 1,79 millones de personas, con solo un 39,8% de población urbana y 60,2% rural. Tiene con carácter sostenido, la tasa de fecundidad más alta del país. Mientras para Cuba el promedio de hijos por mujer es 3,7, para Oriente es 4,9 y, en el campo, 5,7. Tiene además, la población menos alfabetizada, un nivel educacional bajo y, por sus propias características orográficas, de grandes cordilleras de montañas, se ha hecho muy difícil el acceso a la educación y al sistema de salud. Por ello, las diferencias socio-económicas de Oriente son las mayores de Cuba.
En la zona rural, hay solo un 15% de personas que tienen entre Primero y Sexto grado y un 1,5% con más de sexto.
Tiene, además, la población más joven del país.
Esa es la población que Fidel Castro va a conquistar para su lucha por el poder. Esa conquista se basó en sus promesas, en La Historia me Absolverá. Después de su triunfo, serían sus discursos llenos de nuevas promesas. La base fundamental del apoyo, será esa población campesina, ingenua y semi analfabeta y, en menor medida, los trabajadores y clase media de las ciudades del país.
Su triunfo no sólo se debe a esa población poco alfabetizada, de mayoría negra, muy joven, campesina y poco favorecida, sino también a la falta de preparación del Ejército constitucional de Cuba. ¿Podría ese ejército ser diferente a su población? De ninguna manera.
A pesar del apoyo militar de la potencia más grande del mundo para esa época, los Estados Unidos y, a unas pocas millas de nuestras costas, el ejército no estaba preparado para hacer frente a una guerra de guerrillas, una guerra de muerde y huye, de sorpresivas emboscadas, de búsqueda de un enemigo esquivo e invisible. No sólo fueron las tropas, sino también la irresponsabilidad y falta de decisión de los altos jefes militares, y del propio Batista.
Tampoco estaban preparados para la guerra urbana la policía y los órganos de inteligencia y seguridad del gobierno.
En una época de Guerra Fría y de rabioso anticomunismo, para lo que estaban preparados los Estados Unidos y Cuba, era para una guerra convencional. El gobierno de Cuba, de quien podía desconfiar y, a quien estaba preparado para aplastar, era al Partido Socialista Popular, el partido de los comunistas cubanos, que condenó el ataque al Moncada y mandó a Flavio Bravo a México, para tratar de convencer a Fidel Castro, de que por la vía pacífica, se podía tomar el poder. Pero El Loco no les hizo caso.
La guerra de guerrilla acabó con la democracia en Cuba, y quiso acabar con la democracia en América Latina, pero ya sí los gobiernos estaban preparados, como lo ha demostrado Colombia durante más de 50 años.
El triunfo de Hugo Chávez, Evo Morales y Ortega, convencieron al Loco, de que la entrada del comunismo al poder, por la vía de las urnas, era la nueva modalidad a seguir. De lo que se trata es de hacerse pasar por demócratas, con muchas promesas para los pobres y luego implantar la dictadura totalitaria, destruyendo la democracia.
¿Está preparada América Latina para esta nueva etapa de la lucha de los comunistas, de apoyarse en la democracia para aplastar la democracia?
Por lo que se está viendo, me parece que no. Que se prepare América, porque el Camino de Yenán vuelve a sus andadas.
Un abrazo.
Representante del PSC
en Canadá.
Fuentes:
- LA AUTOBIOGRAFÍA DE FIDEL CASTRO. Entrevista al escritor Norberto Fuentes con motivo de su reciente obra,
"La autobiografía de Fidel Castro." Por Miguel Rivero. Septiembre 27, 2004
Informe General de Censos de Población, Viviendas y Electoral, 28 de enero de 1953.
- Castro el Desleal. Serge Raffy. Editorial Santillana Ediciones Generales, S.L. 2004.
- Cuba (1898-1958) Descenso de la tasa de fecundidad y cambio socio-económico. Autor: Abel F. Losada Álvarez