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Asdrubal Caner

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Escritor y Poeta

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es temprano,siga leyendo

jueves, 19 de abril de 2007

LAS CÁRCELES CASTRISTAS FUERA DE CUBA

Creo que fue el Sustituto Imperial quien dijo hace algunos años, que “el brazo de la Revolución era muy largo”
Y es una verdad que todos los desterrados conocemos. Somos ciudadanos de Ergástulandia.
Tres son las férreas cadenas que nos atan a la Ergástula Island: la tierra donde nacimos; el hambre como Política de Estado y el Miedo.
No importa el tiempo que tengamos fuera. El miedo a ese tenebroso y sangriento brazo, nos acompaña y guía nuestros pasos en relación con la Ergástula Fecunda. La mayoría de los cubanos fuera de Cuba son apolíticos con el tema de su país. Cierran los ojos y esconden la cabeza bajo la arena. Como dice el pobre Liborio, no quieren meterse en candela: quieren ir a la isla y ver, abrazar y darles un poco de amor a sus desgraciados familiares. Quieren – séptimo sentido de todos los que nacen en las islas – practicar el sentido de la pertenencia. Olvidar por unos días que son desterrados de por vida.
No les importa tener que sacar Visas para entrar a su propio país, y comprar un pasaporte que sólo sirve para ir a la isla y que es el más caro del mundo. La humillación como Política de Estado.
Expulsados y desterrados por un psicópata asesino, dueño de la vida y hacienda de dieciséis millones de reos. Un super chulo chantajista, que nos obliga a gastar nuestros pobres ahorros, en las shopping de su feudo. Desde luego, toda la recaudación va para sus arcas.
Por eso, permite que los reos lleven un límite de productos, objeto la mayoría de las veces, de saqueos en sus aduanas llenas de ladrones.
Allí, en esas aduanas, continúan las humillaciones a la poca dignidad de los que viajan.

Como los cubanos no pueden entrar en los hoteles ni en otros centros turísticos, no pueden llevar a sus familias, a que disfruten lo que el gobierno les veta. No quieren “diversionismo ideológico”. Esta es la segunda etapa de la humillación. La tercera fase: comprar los productos de baja calidad, a precios del 300% más altos que en EE:UU o cualquier otro país. Saquear es la palabra de orden. Dejar a los gusanos, mercenarios al servicio del Imperialismo, sin un centavo. Que salgan de la isla, como el Gallo de Morón, sin plumas y cacareando.

Si se tiene en cuenta que, entre pasaporte, pasaje y estancia en la Ergástula cada cubano gasta entre $4,000-5,000 dólares, no es posible – excepto para personas de altos ingresos – ir a la isla muy a menudo.
Lo único que puede mantener un flujo constante de divisas, es el hambre. Someter a una brutal hambruna a los familiares. Tarjeta de racionamiento. 44 años de migajas, rapiñas y angustias. Los gritos y llantos de las familias no se escuchan ni dirigen para los oídos sordos de la ergástula. Van directo al pulmón de los reos de Miami, New York, New Jersey, Toronto, Ottawa, Madrid, Estocolmo, Roma, París y las otras cárceles castristas regadas por el mundo.
Agencias y mulas que tu conoces: $1,400 millones para El Chulo en Jefe. Más $300 millones de los cubanos que viajan. El total sitúa al exilio como la segunda industria más importante del castrismo. The green industry. No gases, no polution. No gastos. Limpio y puro, ganancia neta.

Los reos con Licencia Extra Penal que viven en las grandes prisiones de La Florida, New York, Madrid, Montreal, Toronto y las otras que no menciono, son obreros ejemplares, vanguardias nacionales, los mejores trabajadores del déspota chantajista y ladrón.

Bueno, no se equivoquen: las agencias castristas de envíos de dinero y alimentos, no tramitan solicitudes para entregas a nombre de disidentes, presos políticos, familias de estos u otras no personas en la isla del Dr. Castro. Prohibido terminantemente enviar algo a Oscar Espinosa Chepe, Vladimiro Roca, Paya Sardiña, Elizardo, Beatriz. No se les ocurra. Tiene que usar a las Mulas. Y cuidado.
En Canadá, donde el Correo Nacional está en manos de un sindicato comunista, no se pueden enviar paquetes a Cuba, por muy pequeños que sea. Hay que ir a la Embajada cubana, pagar $100 dólares, para que le entreguen una autorización para enviar cualquier cosa. Todos estamos obligados a contribuir con las insaciables arcas del Perverso en Jefe. Nadie se salva.
El Comandante no quiere que le escriban. Quiere que le manden dólares. Está frustrado desde niño – y no le perdona a Franklin D. Roosevelt – no haberle enviado los $10 dólares que le pidió. Ahora puede jactarse de haberle sacado a los EE:UU ciento de miles de millones. ¡Y sin pedirlo! Tiene 2 millones de esclavos en ese país y otros cientos de miles en otras partes del mundo, obligados, aherrojados a las arcas del supercomandante.
La humillación, el hambre, el chantaje y el miedo como Política de Estado: he ahí las bases de la alta productividad del trabajo, que el Chulo en Jefe ha establecido para sus reos en Cuba y en el exilio.

Desde niño escuché un refrán que dice “No hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista”. Bueno, este mal ya dura cincuenta y no se ve el fin. A lo mejor el refrán en cuestión no se aplica a los Diablos, porque, al parecer, los Diablos nunca mueren.

Un abrazo.

Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá.

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