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Un sitio de reflexiones maduras, serenas y objetivas sobre la problemática de Cuba y su futuro posible. Puntos de vista sobre Literatura, Economía, Política, Sociedad, Historia y Cultura, así como sobre el exilio cubano en todo el mundo.
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miércoles, 30 de mayo de 2007
LAS FIGURAS RETÓRICAS DEL DISCURSO COMUNISTA
En artículos anteriores, he abordado la importancia estratégica de la creación de la figura político-ideológica del “Enemigo” Exterior.
Desde el inicio mismo de la “Revolución Cubana”, el discurso de Fidel Castro tomó a los Estados Unidos como ese enemigo exterior.
Desde luego que no pretendo defender a los Estados Unidos. Sobre la relación histórica Cuba-Estados Unidos, he dicho que ese país representa todo lo malo y todo lo bueno que le ha pasado a Cuba. Esa relación a marcado a nuestro país desde 1860. Y la seguirá marcando en el futuro. No podemos mudarnos.
Pero cuando se analizan cincuenta años de dictadura militar comunista en Cuba, es evidente que, el verdadero “enemigo” era nuestro pueblo, la sociedad cubana y todas sus instituciones democráticas, sus libertades y derechos.
Todo el entramado de la superestructura del terror y la represión, va a tener su base en esa figura, demonizada millones de veces por el discurso oficial.
Para los regímenes totalitarios comunistas, el Enemigo es la clave en el aniquilamiento total de la oposición y la disidencia y el establecimiento de una dictadura infinita en el tiempo. Es la base, por consiguiente, del poder y la impunidad absolutos.
Toda la propaganda del sistema se encamina a la fijación de esa imagen en la conciencia de las gentes, repetida día a día, miles de millones de veces, por los medios masivos de comunicación, en manos todos, del Estado totalitario.
Nadie escapa a la fuerza arrasadora de esa figura. Lo abarca todo.
Ese masivo y avasallador discurso, crea también otras figuras extremadamente importantes en la creación de un Estado cerrado y aíslado por completo, esenciales para la impunidad del poder. No hay acceso ni desde dentro y mucho menos desde fuera: todo está compartimentado y bien amarrado. Esas otras figuras son: “La Unidad Monolítica de Todo el Pueblo”, “La Propiedad de Todo el Pueblo”, “La Igualdad”, “El Bienestar Popular”, “El Futuro Brillante” y “El Invencible Comandante en Jefe”.
Hay otras figuras, pero estas son el fundamento del discurso del totalitarismo comunista.
Creado el Enemigo, es importante lograr la Unidad contra ese “enemigo”. Esto da la posibilidad de destruir cualquier opinión divergente. Se atacan y desmantelan todas los medios e instrumentos de la propiedad privada y del libre pensamiento: prensa, radio, televisión, cine, artes, literatura, música, educación, ciencia, etc.
Esa “unidad de todo el pueblo” permite también, la eliminación de todas las instituciones de la sociedad civil: asociaciones, sindicatos, partidos políticos, elecciones. Se erige, en su lugar, un solo Partido, que dirige y financia a los sindicatos, Central de Trabajadores, asociaciones de campesinos, profesionales, escritores y artistas, mujeres, jóvenes, estudiantes y niños. Y las elecciones, con un solo partido y un solo candidato, se repiten cada cierto tiempo, con un respaldo del 99% de la población a su Comandante Invencible.
Entoncés el Comandante tiene una idea brillante: propone eliminar las estructuras políticas burguesas de los tres poderes, y crear un solo poder. Se convierte el Comandante, en el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Todos de acuerdo. Para eso es la Unidad.
Pero, esa Unidad hay que defenderla frente al Enemigo. Se pasa a la formación de organizaciones paramilitares: CDR, Circulos Bolivarianos, etc, que serán la base de todo el andamiaje de la inteligencia y la contrainteligencia. Poco a poco se estructura un sistema único de información y vigilancia: cada vecino, cada trabajador, vigila a su prójimo e informa de cualquier movimiento extraño. Ese sistema de chivatos orwelianos cubre los barrios, los centros de trabajo, las escuelas, las universidades y a la sociedad como un todo.
Y gastan miles de millones de dólares, en crear unas fuerzas armadas y un aparato de inteligencia, del primer mundo. Todo atado y bien atado. A los dictadores no les gustan las sorpresas, ni en los cumpleaños.
Creadas esas bases y, con el apoyo entusiasta de las masas – que no sabe nada de la secreta intención del Dictador – se elimina la propiedad privada, sustento del libre pensamiento. Se implanta “ la propiedad de todo el pueblo”, que no es otra cosa que la propiedad y el sustento financiero del Dictador.
La dictadura justifica ese paso para el establecimiento de la “Igualdad” y el “Bienestar de Todos”.
Como la Igualdad aún no está completa, se crean salarios iguales y se establece una tarjeta de racionamiento: todos deben ganar lo mismo y comer lo mismo. El Estado se constituye en único empleador y todos, todos sin excepción, tienen que ir a comer de su mano. Esa es la completa igualdad. Claro que, esa igualdad excluye al Dictador y a su entorno de cercanos seguidores y aduladores.
Ocurre que la propiedad “social” comienza a dar muestras de que no camina. Y entoncés aparece la figura del “Brillante Futuro”. Hay que esperar por un futuro que nunca llega. Ni que llegará jamás.
Cuando las cosas se ponen malas – fracasos tras fracasos – se le echa garra a las leyendas tejidas sobre el Supremo. Y se le endilgan nombres risibles y ridículos: “El Padre de los Revolucionarios”, “El Comandante Invencible”, “El abuelo de la Revolución Continental”, etc, etc. Pero ya el eco se está apagando. Ya sus palabras se las llevan las aguas albañales que desembocan en el mar. Nadie le hace caso. Por eso ahora escoge el etanol o los submarinos. Son los delirios finales, de un discurso impuesto a sangre y fuego.
Ha pasado medio siglo de ese discurso orweliano. Y se sigue repitiendo en Cuba, en Venezuela y otras partes. La vieja izquierda nostálgica, del odio como factor de lucha, lo repite en sus camisetas y su prensa escrita y digital. Tratan de salvar algo del naufragio.
Lo que ocurre es que, en Cuba, su faro y guía, la igualdad involucionó hacia una terrible desigualdad. El BienEstar se convirtió en el MalEstar. Y el Futuro Brillante se ha hecho un hoy de hambre, miserias, prostitutas y ladrones.
¿Y el Comandante? Muriéndose entre sus propias heces fecales.
¿Y el cercano entorno? Preparando las maletas y sacando los millones, porque la cosa se está poniendo mala, mala, mala.
¡Oh, Enemigo, cuantos crímenes se cometen en tu nombre!
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá
Desde el inicio mismo de la “Revolución Cubana”, el discurso de Fidel Castro tomó a los Estados Unidos como ese enemigo exterior.
Desde luego que no pretendo defender a los Estados Unidos. Sobre la relación histórica Cuba-Estados Unidos, he dicho que ese país representa todo lo malo y todo lo bueno que le ha pasado a Cuba. Esa relación a marcado a nuestro país desde 1860. Y la seguirá marcando en el futuro. No podemos mudarnos.
Pero cuando se analizan cincuenta años de dictadura militar comunista en Cuba, es evidente que, el verdadero “enemigo” era nuestro pueblo, la sociedad cubana y todas sus instituciones democráticas, sus libertades y derechos.
Todo el entramado de la superestructura del terror y la represión, va a tener su base en esa figura, demonizada millones de veces por el discurso oficial.
Para los regímenes totalitarios comunistas, el Enemigo es la clave en el aniquilamiento total de la oposición y la disidencia y el establecimiento de una dictadura infinita en el tiempo. Es la base, por consiguiente, del poder y la impunidad absolutos.
Toda la propaganda del sistema se encamina a la fijación de esa imagen en la conciencia de las gentes, repetida día a día, miles de millones de veces, por los medios masivos de comunicación, en manos todos, del Estado totalitario.
Nadie escapa a la fuerza arrasadora de esa figura. Lo abarca todo.
Ese masivo y avasallador discurso, crea también otras figuras extremadamente importantes en la creación de un Estado cerrado y aíslado por completo, esenciales para la impunidad del poder. No hay acceso ni desde dentro y mucho menos desde fuera: todo está compartimentado y bien amarrado. Esas otras figuras son: “La Unidad Monolítica de Todo el Pueblo”, “La Propiedad de Todo el Pueblo”, “La Igualdad”, “El Bienestar Popular”, “El Futuro Brillante” y “El Invencible Comandante en Jefe”.
Hay otras figuras, pero estas son el fundamento del discurso del totalitarismo comunista.
Creado el Enemigo, es importante lograr la Unidad contra ese “enemigo”. Esto da la posibilidad de destruir cualquier opinión divergente. Se atacan y desmantelan todas los medios e instrumentos de la propiedad privada y del libre pensamiento: prensa, radio, televisión, cine, artes, literatura, música, educación, ciencia, etc.
Esa “unidad de todo el pueblo” permite también, la eliminación de todas las instituciones de la sociedad civil: asociaciones, sindicatos, partidos políticos, elecciones. Se erige, en su lugar, un solo Partido, que dirige y financia a los sindicatos, Central de Trabajadores, asociaciones de campesinos, profesionales, escritores y artistas, mujeres, jóvenes, estudiantes y niños. Y las elecciones, con un solo partido y un solo candidato, se repiten cada cierto tiempo, con un respaldo del 99% de la población a su Comandante Invencible.
Entoncés el Comandante tiene una idea brillante: propone eliminar las estructuras políticas burguesas de los tres poderes, y crear un solo poder. Se convierte el Comandante, en el Poder Ejecutivo, Legislativo y Judicial. Todos de acuerdo. Para eso es la Unidad.
Pero, esa Unidad hay que defenderla frente al Enemigo. Se pasa a la formación de organizaciones paramilitares: CDR, Circulos Bolivarianos, etc, que serán la base de todo el andamiaje de la inteligencia y la contrainteligencia. Poco a poco se estructura un sistema único de información y vigilancia: cada vecino, cada trabajador, vigila a su prójimo e informa de cualquier movimiento extraño. Ese sistema de chivatos orwelianos cubre los barrios, los centros de trabajo, las escuelas, las universidades y a la sociedad como un todo.
Y gastan miles de millones de dólares, en crear unas fuerzas armadas y un aparato de inteligencia, del primer mundo. Todo atado y bien atado. A los dictadores no les gustan las sorpresas, ni en los cumpleaños.
Creadas esas bases y, con el apoyo entusiasta de las masas – que no sabe nada de la secreta intención del Dictador – se elimina la propiedad privada, sustento del libre pensamiento. Se implanta “ la propiedad de todo el pueblo”, que no es otra cosa que la propiedad y el sustento financiero del Dictador.
La dictadura justifica ese paso para el establecimiento de la “Igualdad” y el “Bienestar de Todos”.
Como la Igualdad aún no está completa, se crean salarios iguales y se establece una tarjeta de racionamiento: todos deben ganar lo mismo y comer lo mismo. El Estado se constituye en único empleador y todos, todos sin excepción, tienen que ir a comer de su mano. Esa es la completa igualdad. Claro que, esa igualdad excluye al Dictador y a su entorno de cercanos seguidores y aduladores.
Ocurre que la propiedad “social” comienza a dar muestras de que no camina. Y entoncés aparece la figura del “Brillante Futuro”. Hay que esperar por un futuro que nunca llega. Ni que llegará jamás.
Cuando las cosas se ponen malas – fracasos tras fracasos – se le echa garra a las leyendas tejidas sobre el Supremo. Y se le endilgan nombres risibles y ridículos: “El Padre de los Revolucionarios”, “El Comandante Invencible”, “El abuelo de la Revolución Continental”, etc, etc. Pero ya el eco se está apagando. Ya sus palabras se las llevan las aguas albañales que desembocan en el mar. Nadie le hace caso. Por eso ahora escoge el etanol o los submarinos. Son los delirios finales, de un discurso impuesto a sangre y fuego.
Ha pasado medio siglo de ese discurso orweliano. Y se sigue repitiendo en Cuba, en Venezuela y otras partes. La vieja izquierda nostálgica, del odio como factor de lucha, lo repite en sus camisetas y su prensa escrita y digital. Tratan de salvar algo del naufragio.
Lo que ocurre es que, en Cuba, su faro y guía, la igualdad involucionó hacia una terrible desigualdad. El BienEstar se convirtió en el MalEstar. Y el Futuro Brillante se ha hecho un hoy de hambre, miserias, prostitutas y ladrones.
¿Y el Comandante? Muriéndose entre sus propias heces fecales.
¿Y el cercano entorno? Preparando las maletas y sacando los millones, porque la cosa se está poniendo mala, mala, mala.
¡Oh, Enemigo, cuantos crímenes se cometen en tu nombre!
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá
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