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Asdrubal Caner

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Escritor y Poeta

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viernes, 13 de abril de 2007

EL TERRIBLE DESPERTAR DE UNA NACIÓN

Quiero comenzar estas reflexiones, con una cita de nuestro sabio Fernando Ortiz: “El charlatanismo político y su base de sustentación, la credulidad popular, son casi toda nuestra política…Acongoja ciertamente, observar hasta dónde llega la credulidad de nuestro pueblo, mísera primogénita de su raquitismo intelectual”
(F. Ortiz. El pueblo Cubano. Edit. Ciencias Sociales. Habana. 1997.
Pág.44)
Credulidad popular y raquitismo intelectual: he ahí la base de nuestro fracaso como nación.
En un trabajo del mismo autor, de 1934 –cuya copia no tengo ahora en mi poder – prestado por un amigo en los años ochenta, Don Fernando decía que, nuestra profunda incultura ciudadana sobre libertades y derechos humanos, podría tener nefastas consecuencias para el futuro del pueblo cubano.
Veinticinco años despues, en 1959, se cumpliría su profecía: un grupo de violentos e ignorantes charlatanes, arrastraron tras de sí, toda nuestra credulidad y nuestro raquitismo intelectual y, nos fueron quitando, una a una, nuestras libertades, uno a uno nuestros derechos; una a una nuestras conquistas cívicas y ciudadanas.

Y, con nuestro apoyo. En nombre del Martí que no habíamos leído. En nombre de las más sagradas libertades. En nombre de las más nobles ideas de los hombres.

Y les creímos.

Por eso, considero al castrismo como la mejor, y la más ejemplarizante lección que teníamos que recibir, para alcanzar nuestra revelación como pueblo y nuestro despertar como nación.

No podía ocurrirnos nada mejor

La hemos pagado con miles de asesinados. Con millones de exiliados. Con miles de desaparecidos en el mar. Con una nación destrozada, humillada, hambreada. Con ríos de sangre, dolor y lágrimas. Con cientos de miles de prisioneros políticos, vejados hambrientos y apaleados, en los lugares más sagrados de su dignidad.

Sometidos al terror y la violencia más inhumana que recuerda nuestra historia, somos unos parias sin patria, en Cuba y el extranjero.

Diez y seis millones de reos, con licencia extrapenal. Diez y seis millones de almas en pena, purgando nuestra condena en los laberintos de un holocausto que aún no termina.
¿Habremos aprendido esta sangrienta y dolorosa lección?

Esta es la hora de nuestro despertar.

Debemos prepararnos para derrotar nuestra propia ignorancia; para derrotar nuestro raquitismo intelectual y la bucólica credulidad en los Mesías. Para abatir la apatía cívica y política que nos ha caracterizado. Para derrotar nuestra propia falta de solidaridad como familia, pueblo y sociedad.

Estructurar una poderosa sociedad de libertades y derechos, jamás podrá dejarse en manos de un grupo de políticos, tengan estos los méritos que tengan. Nada se podrá dejar en manos de un gobierno.
¡Hasta aquí llegó nuestra credulidad y nuestra apatía! La Soberanía Nacional descansa en nuestras espaldas flageladas y sangrantes.Los Derechos y Libertades, de los que somos depositarios, los tendremos que reconstruir y defender con nuestros puños y nuestros brazos. Con nuestra protesta pacífica y democrática, pero con la fuerza imparable de nuestra lucha.

Nadie nos regalará nada. En nosotros, en nuestra determinación y unidad, está la llave para crear una nación digna, poderosa y respetada. Crear una sociedad decente, moderna y solidaria, donde sean sagrados los derechos individuales y colectivos. Ese tiene que ser el objetivo fundamental de nuestra lucha.

No podemos creer en nada. La única creencia que nos debe guiar, es que, en nosotros, radica el poder soberano y, no sobre los hombros de ningún grupo de políticos o de ninguna Asamblea Constitucional.
Todo, palabra por palabra, tiene que ser discutido, analizado y protestado por dieciséis millones de cubanos, rediquen donde radiquen.
Despues de eso, despues de crear un Estado de leyes, será nuestro propósito, crear un cuerpo de instituciones ajustadas a la ley, bajo la supervisón del pueblo soberano. Entonces, el respeto a la ley y a nuestras instituciones democráticas, será nuestro único y legítimo camino.

Si no hay decencia, si no hay respeto a la ley, si cada ciudadano no hace suyo el más absoluto respeto a la ley, la sociedad cubana fracasará nuevamente. Una sociedad corrupta tendrá un gobierno corrupto.

Ese será el caldo de cultivo para un nuevo Mesías y nuevos y violentos charlatanes. Y habremos fracasado definitivamente como nación.

Esta sí es la Hora de los Hornos. No se trata de ver la luz, sino de alcanzarla y mantenerla, con todo nuestro poder.
En nosotros radica el poder de la revelación. Es el tiempo de nuestro despertar y luchar por nuestras sagradas esperanzas.

Un abrazo.

Asdrúbal Caner Camejo
Representante del PSC
en Canadá

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