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Un sitio de reflexiones maduras, serenas y objetivas sobre la problemática de Cuba y su futuro posible. Puntos de vista sobre Literatura, Economía, Política, Sociedad, Historia y Cultura, así como sobre el exilio cubano en todo el mundo.
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martes, 27 de febrero de 2007
CUBA-ESTADOS UNIDOS: LO QUE EL VIENTO SE LLEVÓ (Parte II)
La concepción clásica liberal de la economía de mercado del "laissez faire, laissez aller, laissez passer", que puntualizaba la importancia de la racionalidad humana, los derechos a la propiedad individual, los derechos naturales del individuo, la libertad económica y la oposición y limitación constitucional a la intervención del Estado en los asuntos económicos de los ciudadanos, ha mostrado durante dos siglos las insuficiencias de esta concepción para resolver los graves problemas de la pobreza y la miseria que asola a las sociedades modernas, particularmente, a los paises del llamado Tercer Mundo. Es evidente que existen otros factores incidentes en la repulsa a estas ideas, pero no quiero entrar en esos elementos ahora, sino, destacar que el fracaso de la concepción liberal tiene su causa en los fundamentos estrechos, insolidarios y egoístas de su teoría y práctica económicas.
Cada época histórica elabora la concepción global de sí mismo, de su sociedad y del macromundo económico donde vive y, a partir de esos criterios, crea toda una infraestructura conceptual en el campo de la política, la ideología, la jurisprudencia, la ética y la estética que se ajusta a esa concepción global. En un mundo que, desde la invención del comercio por los fenicios, es cada día más interconectado, esa concepción no se restringe a un sólo país, sino a todo el planeta. La historia del hombre, desde la esclavitud hasta nuestros días, ha sido una lucha feroz por la riqueza. El ego individual, verdadera naturaleza del hombre, fue el motor impulsor de toda su aventura científica, tecnológica y comercial y desde la Revolución Industrial en Inglaterra se convirtió en una loca y desenfrenada carrera por la propiedad y la riqueza. Fueron siglos de una férfida insensibilidad e ignorancia, que nos trajeron a esta encrucijada del desastre ecológico, la pobreza generalizada y las migraciones de proporciones casi bíblicas del Siglo XXI.
¿Cómo entonces, se le puede pedir a los ricos de una pequeña isla del Caribe, que no compartieran esa cosmovisión, que era la ideología básica de las grandes potencias? Cada persona y cada pueblo es hijo de su época y de sus circunstancias.
El advenimiento de la Independencia de Cuba coincidió con la desaforada expansión del capitalismo americano, que fue todo lo bueno y todo lo malo que nos podía pasar
Esto quizá explique el comportamiento de la burguesía en Cuba - y no uso el término cubana, porque, en lo sustancial, estaba compuesta de americanos, españoles y descendientes de estos - y su falta de visión para construir en la isla una sociedad más balanceada y justa: no se puede dejar fuera de la riqueza nacional, a la mayoría de la población de un país. Si así ocurre, aparecerán los ignorantes de palabra fácil, verbo encendido y metralleta en bandolera, que arrastrarán tras de sí, a esa masa ansiosa de mejorar su vida. Y conducirán a esa masa de pueblo al más rotundo fracaso, como a pasado en Cuba. Y como pasará en Venezuela.
El caos del castrismo, ha dejado al país en la más extrema vulnerabilidad. Fue una maquinaria violenta y ciega para destrozar en pocos meses lo que costó construir en 290 años, desde el famoso discurso de Arango y Parreño en 1790. El castrismo, en tal sentido, es una poderosa industria de la pobreza y la miseria extremas: cada generación es más pobre que la anterior y esa situación hace que una población de 11 millones de personas esté en un estado de máxima vulnerabilidad socio-económica.
Es por eso que subrayo la necesidad de una economía de mercado en transición, con la participación del Estado y los empresarios privados - quizá en los primeros 15 años - para eliminar esa extrema vulnerabilidad y convertir a la sociedad cubana, por primera vez en su historia, en dueña de su propio destino: sin España, sin Estados Unidos, sin Rusia y sin ninguna otra potencia que lleve las riendas de nuestro futuro, aunque con la colaboración y estrechas relaciones con todas, de acuerdo a nuestros propios intereses. ¿Utopía? Ojalá que no lo sea, porque dentro de 100 años, tendremos otro caos como el actual.
Será una transición política, económica, bancario-financiera, agrícola, industrial y, sobre todo, PERSONAL, de miles de personas con todo tipo de traumas, odios, resentimientos y miserias mil, acumuladas durante su estancia en su infierno particular. La experiencia rusa, alemana y de otros países del Este así lo atestigua. Por lo tanto, guerra avisada no mata soldados. Se necesita mucha solidaridad, justicia y comprensión de esta realidad. Tendremos muchos tropiezos y dificultades: lo que por cercanía correspondía a nuestro país, ha sido llenado por México, República Dominicana y otros países de la región, tras 48 años de estulticia y odios viscerales. Cuba llegará a esas relaciones con más de siglo y medio de retraso, pues F. Castro ha destrozado todo el camino andado por Cuba desde 1860 en sus relaciones económicas, financieras y comerciales con Estados Unidos. Habrá que reconstruirlo todo paso a paso, con la sabia, la firmeza y la inteligencia que hemos aprendido en estos cuarenta y ocho años de imperdonables errores. Pero primero tendremos que ponernos al nivel tecnológico que las actuales relaciones económicas mundiales exigen y, nunca olvidar que los EE.UU buscarán lo mejor para sus intereses y que, por consiguiente Cuba deberá también partir de sus propios intereses nacionales. Somos un estado agrario-industrial con un camino repleto de retos de toda índole. Buscar un lugar en el hemisferio - y en el mundo - será una de las tareas más duras de nuestra historia, pero estoy convencido de que tenemos la capacidad y la preparacion suficientes para lograrlo, más temprano que tarde.
Todo fracaso deja sus buenas enseñanzas. Por eso creo que, la experiencia de estos 48 años son lo peor y lo mejor que nos ha pasado: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Esta lección es para no olvidarla jamás. El Siglo XXI, según se vislumbra, será el Verdadero Siglo de las Luces del hombre moderno. !Inshallah!
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
Cada época histórica elabora la concepción global de sí mismo, de su sociedad y del macromundo económico donde vive y, a partir de esos criterios, crea toda una infraestructura conceptual en el campo de la política, la ideología, la jurisprudencia, la ética y la estética que se ajusta a esa concepción global. En un mundo que, desde la invención del comercio por los fenicios, es cada día más interconectado, esa concepción no se restringe a un sólo país, sino a todo el planeta. La historia del hombre, desde la esclavitud hasta nuestros días, ha sido una lucha feroz por la riqueza. El ego individual, verdadera naturaleza del hombre, fue el motor impulsor de toda su aventura científica, tecnológica y comercial y desde la Revolución Industrial en Inglaterra se convirtió en una loca y desenfrenada carrera por la propiedad y la riqueza. Fueron siglos de una férfida insensibilidad e ignorancia, que nos trajeron a esta encrucijada del desastre ecológico, la pobreza generalizada y las migraciones de proporciones casi bíblicas del Siglo XXI.
¿Cómo entonces, se le puede pedir a los ricos de una pequeña isla del Caribe, que no compartieran esa cosmovisión, que era la ideología básica de las grandes potencias? Cada persona y cada pueblo es hijo de su época y de sus circunstancias.
El advenimiento de la Independencia de Cuba coincidió con la desaforada expansión del capitalismo americano, que fue todo lo bueno y todo lo malo que nos podía pasar
Esto quizá explique el comportamiento de la burguesía en Cuba - y no uso el término cubana, porque, en lo sustancial, estaba compuesta de americanos, españoles y descendientes de estos - y su falta de visión para construir en la isla una sociedad más balanceada y justa: no se puede dejar fuera de la riqueza nacional, a la mayoría de la población de un país. Si así ocurre, aparecerán los ignorantes de palabra fácil, verbo encendido y metralleta en bandolera, que arrastrarán tras de sí, a esa masa ansiosa de mejorar su vida. Y conducirán a esa masa de pueblo al más rotundo fracaso, como a pasado en Cuba. Y como pasará en Venezuela.
El caos del castrismo, ha dejado al país en la más extrema vulnerabilidad. Fue una maquinaria violenta y ciega para destrozar en pocos meses lo que costó construir en 290 años, desde el famoso discurso de Arango y Parreño en 1790. El castrismo, en tal sentido, es una poderosa industria de la pobreza y la miseria extremas: cada generación es más pobre que la anterior y esa situación hace que una población de 11 millones de personas esté en un estado de máxima vulnerabilidad socio-económica.
Es por eso que subrayo la necesidad de una economía de mercado en transición, con la participación del Estado y los empresarios privados - quizá en los primeros 15 años - para eliminar esa extrema vulnerabilidad y convertir a la sociedad cubana, por primera vez en su historia, en dueña de su propio destino: sin España, sin Estados Unidos, sin Rusia y sin ninguna otra potencia que lleve las riendas de nuestro futuro, aunque con la colaboración y estrechas relaciones con todas, de acuerdo a nuestros propios intereses. ¿Utopía? Ojalá que no lo sea, porque dentro de 100 años, tendremos otro caos como el actual.
Será una transición política, económica, bancario-financiera, agrícola, industrial y, sobre todo, PERSONAL, de miles de personas con todo tipo de traumas, odios, resentimientos y miserias mil, acumuladas durante su estancia en su infierno particular. La experiencia rusa, alemana y de otros países del Este así lo atestigua. Por lo tanto, guerra avisada no mata soldados. Se necesita mucha solidaridad, justicia y comprensión de esta realidad. Tendremos muchos tropiezos y dificultades: lo que por cercanía correspondía a nuestro país, ha sido llenado por México, República Dominicana y otros países de la región, tras 48 años de estulticia y odios viscerales. Cuba llegará a esas relaciones con más de siglo y medio de retraso, pues F. Castro ha destrozado todo el camino andado por Cuba desde 1860 en sus relaciones económicas, financieras y comerciales con Estados Unidos. Habrá que reconstruirlo todo paso a paso, con la sabia, la firmeza y la inteligencia que hemos aprendido en estos cuarenta y ocho años de imperdonables errores. Pero primero tendremos que ponernos al nivel tecnológico que las actuales relaciones económicas mundiales exigen y, nunca olvidar que los EE.UU buscarán lo mejor para sus intereses y que, por consiguiente Cuba deberá también partir de sus propios intereses nacionales. Somos un estado agrario-industrial con un camino repleto de retos de toda índole. Buscar un lugar en el hemisferio - y en el mundo - será una de las tareas más duras de nuestra historia, pero estoy convencido de que tenemos la capacidad y la preparacion suficientes para lograrlo, más temprano que tarde.
Todo fracaso deja sus buenas enseñanzas. Por eso creo que, la experiencia de estos 48 años son lo peor y lo mejor que nos ha pasado: nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde. Esta lección es para no olvidarla jamás. El Siglo XXI, según se vislumbra, será el Verdadero Siglo de las Luces del hombre moderno. !Inshallah!
Un abrazo.
Asdrúbal Caner Camejo
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